Me temo que se me ha ido la mano, y entre tu habil demagogia y ese tono de perrillo apaleao, solo he conseguido que nuestros más próximos se apiaden de tu mala fortuna, compadeciéndose de tu vilipendiada persona. Ese sentimiento tan básico de empatía por el que tanta buena gente es manipulada a diario, genera por contraposición un notable resentimiento y desprecio hacia un servidor, y la situación en la que creen te he forzado a llegar, indefenso y desamparado.
Y así va el mundo, no importa la realidad si la percepción es lo suficientemente poderosa.
Ahora mismo da igual quien estaba en lo cierto o si era o no justificado el tono de tu protesta, ahora, lo que prima según el interés del grupo, es que recuperemos ese Statu Quo de armonía y tolerancia, que “alguien” decidió ignorar por motivos personales; y que yo, reconozca que me he extralimitado o mejor dicho, he sobrerreaccionado ante tus muy legítimos anhelos de atención.
Amenazas con dejarnos, pero se intuye tanto fatalismo y desesperación en tus palabras, que se le arruga a uno el corazón sabiendo que no es el blog, si no la vida! la que te dispones a abandonar.
Y ya que he sido yo el que te ha empujado irremediablemente al abismo, me permito pedirte un último gesto de nobleza que te honrará para las generaciones venideras.
En vez de dejarnos de manera tan teatral y cobarde, permíteme que mediante legítimo y noble duelo zanjemos estas fruslerías y te dé merecido pasaporte, asumiendo ya sí, la autoría y responsabilidad de tan necesario acto cívico.
ALEJANDRO P.
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