lunes, 13 de diciembre de 2010

Consultorio de Ética del Sr. Lozano....


Pregunta:
Querido Sr. Lozano, aunque estoy contento con mi trabajo actual, e incluso me han ascendido, (soy el nuevo señor de Cawdor), a mi esposa no le parece suficiente, y quiere que me plantee desafíos profesionales mayores. No es que yo carezca de ambición, pero soy un tanto reticente a hacer lo que implica ascender: muchas más horas, asesinatos sangrientos.... Pese a todo, ¿no es cierto que tengo la obligación especial de tomar en consideración los deseos de mi esposa? Al fin y al cabo somos familia.

Atentamente:

Macbeth, Escocia.

viernes, 3 de diciembre de 2010

La mirada de las mil yardas o el "Big Papa Joe" Síndrome


Con la reciente muerte de Harry Patch, el último soldado superviviente que participó en los combates de trincheras durante la Primer Guerra, comencé a leer bastante sobre la vida de este gran hombre, quien a pesar de sus 111 años y frágil salud, trabajaría hasta sus últimas fuerzas para advertir a las generaciones venideras sobre los horrores y la inutilidad de las guerras.

En la serie de recuentos y anécdotas que dejó antes de morir, una en concreto supo captar mi atención en gran medida. La misma contaba como, en un principio, los oficiales fusilaban a ciertos hombres por cobardía tras que éstos, al recibir una orden, la ignoraban por completo. No obstante, los soldados sabían que no se trataba de cobardía ni desobediencia, sino que había una razón mucho más profunda y desalentadora para este comportamiento que comenzaba a surgir en los campos de batalla modernos. No porque no existiese anteriormente, sino porque las condiciones de la guerra misma habían cambiado, volviéndose mucho más intensas y estresantes. Con el pasar de los meses, el Alto Mando Británico confirmaría esta sospecha, y daría la orden a rajatabla a sus comandantes de no fusilar a éstos hombres. Esto ya que catalogarían a los mismos como ‘enfermos de guerra’. Prontamente todos los bandos tendrían su nombre para esta condición: Kriegszitterer para los alemanes, obusite para los franceses, y shell-shock para los americanos y británicos.

Hoy lo conocemos como desorden de stress post-traumático agudo. No obstante, anteriormente, y años después del aterrador combate de trincheras y gases nerviosos, durante la Segunda Guerra, los soldados comenzarían a referirse a esto informalmente como “la mirada de las mil yardas,” a partir de un artículo aparecido en la revista LIFE y en alusión a la prácticamente abstracta presencia de la persona de su lugar físico. Era fácil reconocerlos, hombres sentados en trincheras o búnkers con sus miradas perdidas, mirando hacia la nada, muchas veces sonriendo a pesar de estar bajo intenso fuego de artillería, ignorando todo peligro a su alrededor como si sus mentes hubiesen decidido escapar de sus maltrechos cuerpos.

En la imagen en cuestión vemos a un soldado australiano de la Primer Guerra en un improvisado hospital de campaña tras la sangrienta Batalla de Ypres, con su mano amputada junto a otros heridos. Sonriente, y completamente abstraído de la sombría escena que le rodeaba, el soldado tiene su mirada perdida en la nada, como si se encontrase en un mundo aparte, alejado de los horrores de la guerra.


Via Anfrix.

España, país de Idiotas....

Pocas palabras son tan antiguas y han permanecido tan inalteradas como idiota.

Es utilizada en casi todos los lenguajes occidentales con gran frecuencia, de hecho es una de las pocas palabras que de promedio se escuchan más de 10 veces al día. Esta definición de una persona con muy pocas luces tiene una historia bastante particular.

En Grecia ser un ciudadano de una polis libre y no participar en la vida política de la ciudad era considerado taboo. Claro, ya que significaba en cierto modo que a pesar de ser libre, prefería que su vida fuese manejada por otros.

A éstas personas se las denominaba IDIOTAS, lo cual significaba en cierta medida un ciudadano indolente e inactivo.

Con el paso de los años y la subida de Roma al poder la palabra adquiriría un nuevo significado. Debido a que en Roma el control político no era tan democrático como en Grecia, y por ende llamar idiota a un plebeyo no tenía mucho sentido, ya que a pesar de ser libre no podía participar directamente en el manejo de Roma, idiota comienza a ser utilizada para referirse a personas ignorantes o demasiado tontas que no podían manejarse por si mismas -generalmente personas que debían ser mantenidas por familiares-.

En el siglo 19 toma un significado científico al ser utilizada para definir a personas con un IQ inferior a 20 que no podrían vivir o mantenerse por si mismas.

Con el devenir de los años y cada vez que se popularizaba el término como insulto general, las autoridades de turno lo cambiaban para que el colectivo no se viera resentido más de lo que ya lo estaba. Y así los idiotas se convirtieron en imbéciles, para más tarde ser retrasados, luego subnormales y por último síndrome de Down.

El palimpsesto de Arquímedes


Si escuchásemos una historia que nos hablase acerca de la pérdida de varios tratados no conocidos de uno de los más grandes genios de la historia, los cuales, tras permanecer abandonados durante siglos en una polvorienta y antiquísima librería de un monasterio, terminarían siendo confundidos por textos sin importancia y la tela sobre la cual descansaba su tinta, fuese lavada y reciclada, para transformarlo en un libro de oraciones durante otra inmensidad de siglos, sólo siendo redescubierto en el s. XX y vuelto a perder en la Primer Guerra Mundial para volver a ser reencontrado en Francia en los años 30, donde permanecería durante casi siete décadas nuevamente olvidado y todo esto permaneciese oculto hasta que un millonario filántropo lo adquiriera para donarlo a la ciencia, y, cuyos contenidos, hoy en día han sido recuperados utilizando la más moderna técnica de inspección por rayos X y luz ultravioleta, pensaríamos que se trata sólo de una bonita historia de ficción.

Este es el palimpsesto de Arquímedes, una serie de tratados matemáticos cuya historia de extravíos y encuentros es simplemente sorprendente. Arquímedes no sólo fue un personaje excéntrico, sino que además fue un genio matemático, un creativo ingenioso y un físico adelantado a su época, sino que además, y a pesar de su lejanía temporal, es uno de los nombres más reconocidos de la ciencia en la actualidad. A lo largo de su vida compiló varios tratados y escritos monumentales que abrieron las puertas a nuevos tipos de construcciones, metodologías industriales y nuevas maneras de entender la naturaleza. De estos tratados, siete, de los mismos dos totalmente desconocidos, serían olvidados víctimas de la turbulencia social y las guerras de su época.

Pasarían 13 siglos (s. X dC), en los cuales su textura se carcomería casi al punto de lo ilegible. En este pésimo estado, por un capricho del destino, serían reencontrados por un monje escriba que, al reconocer la obra como un trabajo de importancia antigua, la copiaría exactamente palabra por palabra, no en papiro como en los tiempos de Arquímedes, sino a una nueva tecnología de la época, es decir, libros cuyas hojas eran hechas con parches de tela a partir de vientre animal. Desafortunadamente, la difusión de la obra reencontrada no se haría notoria, y la nueva copia parecería condenada a correr el mismo destino que el trabajo original, quedando dos siglos guardada en el olvido y acumulando polvo. No obstante, en el siglo XII monjes quienes, desafortunadamente en el apuro de buscar libros incompletos o con muchas copias, con el fin de reciclar el parche de escritura de los mismos para crear palimpsestos -libros confeccionados a partir del material reciclado de otros libros-, pasaron por alto la importancia del tomo que iban a borrar.

A diferencia de un guión de Hollywood, donde el ítem de importancia es salvado a último momento, los tratados perdidos de Arquímedes serían lavados borrando así su contenido sin interrupción alguna. Una vez lavados y doblados, los parches pasarían a formar un libro de oraciones, y la obra final de Arquímedes parecería haberse perdido para siempre.

De dueño en dueño el libro iría pasando, hasta que en 1906 sería hallado por el filólogo danés Johan Heiberg -derecha-, quien, mientras estudiaba el libro en Constantinopla publicó las primeras fotografías del mismo. Pocos años después sería traducido por el gran historiador, matemático, aventurero y clasicista Sir Thomas Heath-a quien pronto le dedicaré algún artículo-. Esta traducción, aunque muy fragmentada al no contar con la información brindada por la tecnología actual, permitiría reeditar la obra del genio de Siracusa 23 siglos después de su muerte. Increíblemente el libro volvería a desaparecer con la Primer Guerra Mundial, para reaparecer en una colección privada de un coleccionista francés quien había conseguido el texto al rededor de la década del 30 de manos de un mercader en Estambul. Así continuaría guardado en esta colección durante la mayor parte del siglo XX, hasta ser comprado el 29 de Octubre de 1998 por un multimillonario filántropo quien, en vez de mantenerlo en su colección personal, lo daría al Walters Art Museum para que se realice un estudio a fondo y comprensivo del mismo.

Los contenidos
Aproximadamente 7 tratados desconocidos -totalmente o en parte- de Arquímedes fueron encontrados, incluso, un rompecabezas geométrico, junto a un discurso de Hipérides y copias de otros textos ya conocidos de varios autores. De éstos tratados El Método es el de mayor importancia, ya que es completo y único al palimpsesto además explicando varios de los resultados matemáticos que Arquímedes había demostrado pero nunca explicado. Incluso, algo que dejaría boquiabiertos a los investigadores, es el que Arquímedes lograra resolver problemas para los que hoy en día se requeriría utilizar cálculo integral -métodos desarrollados 2 mil años después de la muerte de Arquímedes por Newton y Leibniz-.

En lo que a geometría respecta, el palimpsesto ha demostrado que Arquímedes se encontraba un nivel 500 años avanzado a su época, de hecho, el mismo Heath planteó con dolor “qué hubiese sido del avance científico humano de no haberse perdido la obra”, ya que algunos de los tratados hallados y únicos a esta obra, comoCuerpos flotantes y Método de los teoremas de mecánica eran realmente joyas dignas de estudio comprensivo.

Enlaces relacionados
Cómo se realizan los estudios con rayos-X sobre el palimpsesto
Página del Walters Art Museum sobre el palimpsesto

Via Anfrix