domingo, 24 de octubre de 2010

BOB GUCCIONE, IN MEMORIAM



Aunque la fama la tenga Hugh Hefner, fundador de Playboy, fue Bob Guccione el que supo ver mucho más allá. Descanse en paz.


Bob Guccione, fundador de la revista erótica Penthouse y creador de un imperio editorial en los años sesenta que rompió tabúes y escandalizó a los biempensantes, ha fallecido el pasado jueves 21 de octubre, a los 79 años en un hospital de Plano (Texas), tras sufrir un cáncer de pulmón desde hace años. Guccione ha fallecido rodeado de su esposa y dos de sus hijos, según ha informado la familia en un comunicado difundido por la cadena CNN. Tras ganar millones con sus publicaciones, su obra comenzó a declinar debido a una serie de malas inversiones y sobre todo la competencia de internet.


Su gran creación, la revista Penthouse, nació en 1965 gracias a una afortunada casualidad. Por entonces, Guccione, nacido en Brooklyn (Nueva York), vivía en Londres y se ganaba la vida dibujando caricaturas para varios periódicos, regentando una lavandería y publicando un pequeño diario. Además, dirigía un servicio de venta por correo de ejemplares viejos de revistas masculinas. Pero no funcionaba. Les deudas crecían, su primera mujer lo abandonó y se llevó a sus hijos.


Se había fijado en el éxito de Playboy pero le parecía algo snob. Así que pensó lanzar una revista más explícita y, sobre todo, dirigida a "hombres normales y corrientes". Pidió un crédito de 1.700 dólares, usó el correo y llegó el golpe de suerte. Tomó una vieja agenda de direcciones postales y envió sus folletos pornográficos a todo el mundo: clérigos, estudiantes, jubilados y esposas de parlamentarios.


El revuelo y la indignación fueron de órdago, claro, y a Guccione le multaron con 264 libras por enviar por correo material "indecente". Una cantidad razonable para la descomunal publicidad que el escándalo dio a su revista recién nacida. Las 120.000 copias del primer ejemplar se agotaron en pocos días. Guccione, que contaba 35 años, había dado el primer paso para convertirse en uno de los grandes de la industria.


Robert Charles Joseph Edward Sabatini Guccione formaba parte del triunvirato de grandes editores de revistas eróticas junto a Hugh Hefner, creador de Playboy, y Larry Flynt, editor de Hustler. Era la viva imagen del pornógrafo libidinoso: musculado, bronceado, con pantalones ajustados y camisas de seda abiertas hasta la cintura, dejando ver varias cadenas sobre un pecho velludo. De temperamento volátil, sin embargo no fumaba ni bebía, ni tomaba drogas.
Un imperio editorial de 300 millones


En 1969, Guccione llevó la revista a EEUU, justo en plena revolución sexual, para retar el reinado de Playboy. Y lo consiguió. Convirtió Penthouse en una de las marcas más grandes y conocidas de la industria. Fue etiquetada como un cóctel de "sexo, política y protesta", y se embolsó una cifra estimada de entre 3.500 y 4.000 millones de dólares a lo largo de 30 años.
Para rivalizar con las Playmates de Playboy, Guccione creó sus Penthouse Pets, a las que fotografiaba él mismo en posturas que hacían que las conejitas de Hefner parecieran angelitos. Sus imágenes enfurecieron a las feministas y a los conservadores, pero otros las elogiaron por romper tabúes. Y aparte de las chicas tenía su toque de clase: publicaba textos de Philip Roth, Joyce Carol Oates y Stephen King, entre otros, y entrevistas con Gore Vidal, Germaine Greer e Isaac Asimov.


A principios de los años 80, Guccione era ya uno de los hombres más ricos de EEUU. Su imperio editorial, General Media, alcanzó un valor de 300 millones de dólares. Su joya era Penthouse, que registraba una circulación mensual de 4,7 millones de ejemplares en 16 países, pero además tenía otras 15 revistas, como Omni y Penthouse Forum, y otras cabeceras de culturismo, fotografía e informática. La revista Forbes situó en 1982 el patrimonio de Guccione en 400 millones de dólares. Su colección de obras de arte, valorada en 150 millones, incluía cuadros de Degas, Renoir, Picasso, El Greco, Dalí, Matisse y Chagall.


Penthouse alcanzó su mayor popularidad en septiembre de 1984 cuando publicó fotografías eróticas de Vanessa Williams, la primera afroamericana que se hizo con la corona de Miss Estados Unidos y que hoy es una cantante y actriz. Williams tuvo que devolver la corona, pero la revista vendió 6 millones de ejemplares e ingresó 14 millones de dólares.


Un 'Calígula' polémico y rentable


Se calcula que Penthouse generó unos ingresos de entre 3.500 y 4.000 millones de dólares durante el reinado de Guccione como editor. Pero perdió buena parte de su fortuna personal por malas inversiones y negocios arriesgados. Quizá el fracaso más conocido es la inversión de 17,5 millones de dólares en la producción de 1979 de la película Calígula, interpretada por Malcolm McDowell, Helen Mirren, John Gielgud y Peter O'Toole. A las distribuidoras no les gustó la cinta por sus escenas de sexo lésbico explícito y de incesto, pero se convirtió en el DVD más popular de General Media.


En 2003, General Media, anunció su quiebra y un inversor de Florida adquirió Penthouse al año siguiente en una subasta. La revista se había convertido en la primera gran víctima de Internet. Pertenece ahora a FriendFinder Networks. Sus problemas financieros le obligaron a vender en 2002 su colección de arte en una subasta y cuatro años después tuvo que deshacerse de su mansión neoyorquina. Guccione, que volvió a pintar después de perder su imperio, se casó cuatro veces y tiene cuatro hijos. El editor falleció en el hospital rodeado de su mujer, April Dawn Warren Guccione, y dos de sus hijos, Bob y Tonina.

lunes, 18 de octubre de 2010


Según un reciente y fiable estudio de una revista de ciencia australiana, el 85% de los cangrejos ermitaños aceptaría cambiar la concha en la que vive por una lata de CocaCola si con ello fuese percibido por los demás peces como una nécora o un centollo.

domingo, 17 de octubre de 2010

EX-REPÚBLICA DE MANUEL GUTIÉRREZ



A las 7 de la tarde, Manuel se tocó la barba y declaró de forma unilateral su independencia, constituyéndose como la Republica de Manuel Gutiérrez, cuyo único territorio era una banqueta al este de la plaza, la sombra de un limonero y una botella de vino casi vacía. Cinco minutos más tarde, proclamó la invasión pacífica de la placeta y del resto del planeta tierra, que quedó sometido a la Republica recién creada. Una vez autoerigido como gobernador de todo ser humano, se subió al banco y gritó que renunciaba a todos sus poderes y que a partir de ese momento cada ser humano era definitivamente libre e independiente. Pero los peatones iban, como siempre, con mucha prisa y no prestaron atención a Manuel Gutiérrez, por lo que continuaron durante muchos siglos siendo esclavos de nuevos gobernantes y de sí mismos.