sábado, 25 de octubre de 2008

PRIMERA DE UNA SERIE DE RESPUESTAS EPISTOLARES A JOVENES DE LOS QUE YA NO QUEDAN...


Distinguido Caballero,

Con cierta sorpresa, pero con gran emoción, contesto a su carta del día Martes 21 de Octubre, en la que me agradece las atenciones y el amable trato para con usted, y dice seguir mis instrucciones en diversas materias, de las que sinceramente, no estoy muy al tanto.
Me veo pues, en el compromiso de contestar a su exquisita misiva para ponerle al cabo de algunas cuestiones sobre mi persona que de seguro serán de su interés.


A pesar de no proceder de una estirpe con linaje probado, aunque el tío abuelo Eustaquio entroncó en segundas nupcias con una sobrina política del Marqués de Ripollét; en casa albergamos algunas obras de arte que son muy de mi gusto y otras más del parecer de mamá.
Entre ellas se encuentra mi favorita; se trata de un lienzo con motivos caninos jugando billiards, obra sin par hasta donde nosotros conocemos, y de la que Papá jamás se quiso desprender por muy desagradables que se pusieran esos señores que venían de cuando en cuando a llevarse cosas, pues mi padre fue en vida generoso hasta extremos sorprendentes. Mis numerosas visitas de trabajo como supervisora general de residuos, a los distintos museos de esta Villa me han confirmado que no existe copia alguna a nivel local, que ya es decir. Sin embargo no le puedo confirmar este extremo a nivel internacional, y aunque gracias a Dios no nos hemos visto en la necesidad de salir de nuestra capital Madrid, en más de seis generaciones, no tenemos noticia de que se encuentre alguna copia entre los más destacados museos del mundo, lo cual reafirma la teoría de Papá y nos colma de orgullo y satisfacción.


En lo tocante a platos, con todo el dolor de mi corazón le tengo que reconocer mi desconocimiento y profunda ignorancia acerca de esta notable rama de la ornamentación doméstica. En casa poseemos unos maravillosos juegos de vajilla metálicos lacados en blanco y con bordes azul añil sin apenas reflejo pero con algún que otro desconchón por el demasiado uso.
Fueron adquiridos en su día al Sr. Quai Fú que tiene una tienda desde hace ya en la esquina de nuestro inmueble y posee uno de los establecimientos más variopintos de todo nuestro vecindario. Se lo puedo presentar cuando usted guste, pero temo que si bien pudieran tener cosas en común, la insalvable barrera de la comunicación sea un escollo engorroso en este caso, pues aunque el Sr. Fú lleva muchos años entre nosotros, no acaba de desarrollar la destreza necesaria para poder articular de forma comprensible nuestra maravillosa pero dificil lengua.


A modo de corolario epistolar y en otro orden de cosas, decirle que como el inmueble donde resido ha sido alquilado a mi familia desde hace ya algunas generaciones, me hallo en una situación de alquiler de renta antigua muy ventajosa, a pesar de que el edificio en cuestión adolezca de algunas mermas que hacen los sinsabores del día a día menos llevaderos de lo que deberían en una dama entrada en su otoño como es mi caso. Entre ellos el hecho cierto, de no tener instalación telefónica y por tanto carecer de terminal desde donde pudiéramos haber mantenido una agradable conversación acerca de todas esas cosas bonitas de las que usted me narra.

Quedo a la espera de sus noticias y anhelo esa cita en el museo en la que podamos por fin conocernos en persona.

6 comentarios:

Alejandro Perez dijo...

Pues, lo acabo de escribir....
Gracias por el piropo que subyace entrelineas.

Alejandro Perez dijo...

En realidad es algo que deberia de haber escrito Bronco, porque se le ocurrió a el, pero...

senatore dijo...

Viva la vajilla metálica, lacada en blanco,con los bordes azul añil!! Viva Quai Fú!

Sin duda, testigo de la historia!

(Por cierto..., estoy seguro que si miráis la vajilla de referencia con una potente lupa, observaréis las siglas del grabador, a saber, B.A.)

Alejandro Perez dijo...

B.A????....

senatore dijo...

Comprendo tu curiosidad; B.A. bien puede referirse a "Berth & Alexander", una pareja de alfareros de orígen australiano que se instalaron en Níjar allá por los años 50, aunque esta versión ofrece algunas dudas (¿cómo llegaron a manos de Quai Fú?). Otros investigadores de la ornamentación doméstica lo relacionan con un personaje de leyenda conocido como "Bronco del Albaicín"...

Alejandro Perez dijo...

Jajajajajajajajaja.....ok