DESPEDIDA PORCINA

PANDEMIA PORCINA

Durante varias semanas la población criticó a los medios de comunicación y a la industria farmacéutica por exagerar la gripe porcina para así aumentar sus ventas. Ellos son la única pandemia de esta sociedad y los verdaderos cerdos de este cuento, escribía un articulista. Pero, como sabemos, hace una semana los gobiernos decretaron una férrea censura sobre esta epidemia; de la noche a la mañana desapareció de todas las portadas. Fue el momento en que la población se preocupó.
El planeta ha cambiado en estos días. Intentaron ocultarnos las consecuencias, aislaron a los infectados e incluso declararon falsamente su muerte. Ahora sabemos que el virus no mata, pero es atroz para la humanidad: todo infectado se transforma literalmente en un cerdo. Aunque el caos y el desconcierto son los únicos que gobiernan hoy la tierra, podemos afirmar que en poco tiempo desaparecerá la humanidad. La imagen de las calles, centro comerciales, edificios oficiales, etc. llenos de puercos no deja lugar a dudas. Llevamos décadas, siglos… comportándonos como estos animales; tal vez los dioses hayan querido castigarnos equiparando nuestros cuerpos a nuestros actos.
Hace tres días que mi pareja se convirtió en un lindo cochinillo; hoy yo también estoy infectado: anoche me acosté con tos y escalofríos; al despertar, he comprobado que mi piel ya tenía un tono rosa y que un bello anárquico, claro, fino y disperso empezaba a poblar mi cuerpo. Éste será mi último escrito, estas manos serán en pocas horas unas pezuñas incapaces de usar el teclado. El tiempo que resta quiero aprovecharlo para adaptar la casa a mi inminente nueva condición. Ahora recuerdo una frase que escuché hace años, “los cerdos tienen una fealdad tan acentuada y única que les convierte en unos seres atractivos”. Quién me iba a decir que esta frase me serviría un día de consuelo.
Debo dejaros, disculpad si no os reconozco cuando nos crucemos por cualquier calle. Hasta luego.