martes, 9 de diciembre de 2008

A VER SI SE ACABA LA ENCUESTA



El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.

El ciego sol la sed y la fatiga.
Por la terrible estepa castellana,
Al destierro con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.

Cerrado está el mesón a piedra y lodo…
Nadie responde. Al pomo de la espada
Y al cuento de las picas, el postigo
Va a ceder…¡Quema el sol, el aire abrasa!

A los terribles golpes,
De eco ronco, una voz pura, de plata
Y de cristal, responde… Hay una niña
Muy débil y muy blanca

En el umbral. Es toda
Ojos azules; y en los ojos lágrimas.
Oro pálido nimba
carita curiosa y asustada.

-¡buen Cid! Pasad… El rey nos dará muerte,
Arruinará la casa
Y sembrará de sal el pobre campo
Que mi padre trabaja.
Idos. El cielo os colme de venturas…
¡ En nuestro mal, oh Cid, no ganáis nada!


Calla la niña y llora sin gemido…
Un sollozo infantil cruza la escuadra
De feroces guerreros,
Y una voz inflexible grita: << ¡en marcha! >>,

El ciego sol, la sed y la fatiga,
Por la terrible estepa castellana,
Al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro-, el Cid cabalga.




Parafraseando a Gregorio, que sabe escoger muy bien las palabras para expresar sentimientos profundos, que salen, no del corazón, sino de las tripas, que es de donde salen esos sentimientos: estoy hasta los huevos!, Gregorio estaba hasta los huevos de la oposición (que luego aprobó apabullantemente, y Alejandro y yo que lo viéramos), yo, estoy, cariñosamente hasta los huevos de Alejandro, Ismael y Víctor, y de la madre que los parió.

Aquí lo que pasa es que se juntan el hambre con las ganas de comer: Víctor, que es caústico, ahora resulta que además, tiene una natural elegancia para retorcer nuestra imaginación en cada texto suyo. Alejandro, donde los demás vamos palpando, él ve; donde nosotros oímos un murmullo, él oye. Los que lo conocen bien tienen ganas de llamarlo el Beta, en recuerdo del gran Eratóstenes, porque como decían de él, coño es verdad! es el máximo conocedor de cualquier tema después del consumado especialista en la materia, y se referían a él por tanto con la segunda letra del abecedario griego. Pero ahora está enamorado de una eminencia. Las eminencias eran unos viejecillos enjutos, adorables ratones de biblioteca, de pelo blanco, pajarita y chaqueta de cuadros dos tallas grande. Ahora en cambio las eminencias son supermujeres de 1,80 , ojazos-tia buena-bombón (así todo junto), con un currículum vitae apabullante, que hablan varios idiomas, tienen más curvas que un parque de atracciones, y van por la calle partiendo las baldosas del suelo a cada paso. Donde llegan siempre hay quien quiere becarlas, salvo que sea un bar, claro, donde los machitos de turno saltan unos sobre otros para invitarlas a una cerveza. Son el siguiente eslabón en la evolución humana, yo no pensé nunca que llegaría a conocer un ser así, pero ahora si caemos en la cuenta conocemos a más de una, nos jactamos de ello y nos encanta. Belén, ya le dije a Alex que te iba a comentar.

Volviendo al tema, Ismael, tiene la voluntad virgen, y huelga mayor comentario porque ya lo hice en su día.

Todos son además, presos de su inteligencia y Valle que tiene el don de la palabra, y de la oportunidad comentando la jugada. Que Dios nos pille confesados.

Pero esto qué es?! Que me vais a dejar solo en el blog? Vais dados, os pienso dar a cada uno lo que os merecéis.

Hasta ahora me ha bastado con recurrir a Aciato, unos cuantos latinajos, y poner sobre la mesa todo el peso del Liber Cronicharum… eso, siendo bueno cumplido y trabajador -que es lo más horrendo que me ha dicho nunca una mujer- manejado con la dialéctica de vendedor de Biblias a domicilio que poseo, ha sido bastante para teneros a mi lado, pero no ha sido lo suficientemente chulo para los señoritos.

Bien pues me habéis obligado a comenzar con M. Machado (Dicen los entendidos que el bueno, que el que inventó cosas en el lenguaje, era su hermano, pero a mí me resulta más tiernamente sobrio, como el que está sobrio después de una buena resaca al lado de una desconocida, el autor del comienzo). Pero acabaré con vosotros con un peso pesado, mirad a lo que me obligáis, Calderón de la Barca para el que quiera verlo.

Recuerdo que hace años, cuando era pequeño, estaba yo con mi Pae en una hermosa sucursal de la Caja General de Ahorros de Granada haciendo cola para sacar dinero a crédito -que es el único tipo dinero que hemos visto en casa- cuando un señor mayor, pero no tanto, descaradamente, pasó por delante nuestra, entremetiéndose. Con cara de niño asustado, miré hacia arriba, esperando la reacción severa de quien me proyectó para este mundo, porque quien le conoce sabe que mi padre no es hombre de medias tintas y nadie ha conseguido nunca obligarle a nada, y menos sin salir escaldado después de oir unas cuantas cosas a la cara. Cuál fué mi asombro cuando mi padre dió un paso atrás, retirándose y dejando paso al señor. A continuación se dirigió al sujeto este y le dijo en tono amable pero firme: -“no se preocupe caballero, nosotros no tenemos prisa, y aunque la lleváramos le debemos un respeto, aunque sólo sea por su edad y estamos encantados de cederle a usted el paso”.

Enseguida me llevó un poco apartado y me dijo en voz alta unas palabras que no olvidaré: -“ Luis, aunque en otras épocas no fuese así, tienes que saber que hoy las personas no se distinguen por el dinero, sino que deben distinguirse por la educación y el gusto; el gusto, no se lo podemos exigir a todos, porque necesita cultivarse, pero la educación sí, porque ésta, no consiste en saber ordenar en la mesa el cuchillo y el tenedor, ni las últimas normas de protocolo, esos son detalles pequeños, consiste en una natural generosidad con los demás reconociéndoles nuestra misma dignidad… es como el honor; y Luis, la vida y la hacienda si es necesario al rey se han de dar , pero el honor, el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios”.

Se hizo un silencio aplastante, en esa sala donde quedaban aún unas cuantas personas, y vimos subir en el señor un fuerte rubor que le invadió toda la cara; sintió, yo creo, cómo las miradas de los que nos rodeaban se clavaban en su espalda y aunque ya había iniciado su gestión con la cajera, sin acabar, se dió la vuelta y nos dijo: “Perdonen señores creo que me he equivocado, me parece que les tocaba a ustedes” y comenzó a caminar con paso corto y triste y salió por la puerta, sin mirar atrás.

Mi padre y yo acabamos nuestro papeleo en 5 minutos y salimos a la calle donde hacía un sol radiante. Yo me encontraba enormemente feliz, me acababa de dotar con una de esas armas para la vida que no se enseñan en la escuela, mi padre siguió como si tal cosa, porque él es así todos los días.

Vivíamos contentos en un blog que era una mezcla entre el camarote de los hermanos Marx y la antesala del despacho del abogado de Josef K. y ahora corre el riesgo de convertirse en un burdel. Por Dios, y por la Virgen; y por todos los Santos haced el favor, por favor.

2 comentarios:

Alejandro Perez dijo...

Francamente, hacía tiempo que no disfrutaba tanto de la lectura de algo en este Blog. He reido a mandíbula batiente en más de cuatro ocasiones y en resumen, no puedo estar más de acuerdo con el espíritu de súplica del escrito. Basta ya!.
D. Luís, una vez más su buen hacer y mejor tino, devolverán la cordura y nos hará retornar a los mejores momentos de este agora, que sin duda estan por llegar.

Gracias de corazón.

P.D. Llevaba años años intentando conseguir esa anécdota por escrito, he saltado de la silla al intuir su llegada durante la lectura, así que gracias también por ese generoso y maravilloso regalo.

tiotoni dijo...

me gusta mucho el blog,porque es serio,alegre,ilustrado sin vanidades-muy propias de la mayoria de los que se creen que saben-y clasico sin dejar de ser moderno,con ese aire de intimidad que da el placer cada vez menos frecuente de "la bocanada de aire fresco",que no son muchos los comentarios o las entradas,no lo se;ni me importa;uy!yata.....