martes, 28 de septiembre de 2010
viernes, 24 de septiembre de 2010
miércoles, 22 de septiembre de 2010
martes, 21 de septiembre de 2010
Arquitectura contemporánea....
Hola Gon.
Aquel "cuento" que te narré una noche de copas y que me pides te repita, no era tal, sino, la manera que tenía mi padre de explicar como habíamos llegado a esta anómala situación en el mundillo arquitectónico.
Desde siempre la gente que destacaba en arquitectura eran individuos con una formación sólida en cuanto a la técnica y una personalidad rica y variada en cuanto a la forma y a la estética. Las soluciones funcionales de sus obras además de resolver el problema de forma magistral conferían al inmueble, desde lo particular a lo general, de una personalidad perfectamente identificable con su creador. Si durante el proceso surgía algún problema, diseñaban y generaban desde nuevas formas hasta materiales nuevos si era necesario. Así, muchas obras brillantes son reconocidas con facilidad en cuanto a su autor y su época.
En la generación de mi padre se empezó a gestar un movimiento, que ahora lo impregna todo, lo domina todo y lo controla todo.
La mayoría de los arquitectos responsables de lo que hoy vivimos, eran discípulos de grandes arquitectos creadores. Prontamente se percataron de que no destacarían tanto como sus predecesores, pues estos arquitectos, no eran ni de lejos tan brillantes, ni tan capaces como sus maestros.
Para poder destacar, se refugiaron en un tipo de arquitectura resultona de nuevo cuño que era según sus propias palabras, "limpia", "pura", "auténtica", y lo más importante que a menudo obviaban, que era "fácil".
Fácil de copiar, porque ahora, que esta doctrina impera sobre todo, incluida la docencia, lo que se fomenta, lo que prima y lo que se enseña es a copiar, no a crear.
No querría que me malinterpretases, porque claro que hay excepciones que confirman la regla, siempre las hay. Hay genios que han sido capaces de agarrar este limitado lenguaje y sublimarlo como solo unos pocos pueden.
Pero estos, necesitaban de alguna forma cambiar su suerte para mantener su estatus y lo que idearon, transmutó y modificó desde la raíz el mundo de la arquitectura tal y como se conocía hasta ese momento.
Primero se hicieron con las riendas de lo que hoy es el mundo editorial especializado.
Y después o mejor dicho durante el proceso, consiguieron que la ratificación y el reconocimiento más relevante a un trabajo bien hecho, fuese a través de la publicación en la prensa especializada. De manera que si no publicabas, no eras nadie.
Este hecho causó hilaridad en la generación anterior, pero no se le dio mucha importancia pues la realidad de aquel momento hacía que este nuevo requisito fuera relevante solo para unos pocos que estaban empezando.
Así, poco a poco se fue produciendo una especie de selección, pero no natural en este caso, si no intencionada e interesada, sobre un tipo de lenguaje arquitectónico en el que destacaban estos "nuevos" arquitectos y en una linea concreta de ratificación de lo que los mentores de estos medios consideraban ya como la doctrina única.
En sus publicaciones empezaron mirando a los grandes y repasando lo acontecido en la arquitectura moderna, pero esculcando ya aquellas cosas que eran más de su agrado, sentando así las bases sobre quienes eran para ellos, los “Dioses” mayores y menores de la arquitectura.
A la vez que establecidas las deidades inalcanzables y perfectas que representaban el Olimpo de la profesión, se conformaban los paradigmas de pensamiento, doctrina y varias generaciones de arquitectos crecían y se formaban a la teta informativa de este mundillo.
El adoctrinamiento ha sido intenso hasta convertirse en una cuestión de Fe.
Y como Fe, de esta nueva religión, como las religiones nacientes, se defiende y protege a ultranza de forma intolerante y fanática toda la doctrina relacionada con esta nueva arquitectura que todo lo impregna.
Una nueva religión que posee sus signos distintivos de identificación básicos; Como una neolengua con términos abyectos y confusos que desorienta y hace sentir inferior, buscando someter al neófito.
Con una indumentaria a modo de hábito perfectamente reconocible, prendas negras elegantes en toda la extensión que la moda permite, desde el traje hasta los vaqueros y la camiseta raida.
Criticar esta situación, denunciar estos hechos, es inmediatamente considerado como blasfemia, y entrar a discutir cualquier cosa relacionada con lo anterior, anatema.
No pasó mucho tiempo antes de que esta nueva religión impregnase en el inconsciente colectivo, una suerte de estructura social parecida a la eclesiástica, en la que una vez identificados los dioses, existen unos elegidos representantes de los dioses, que interpretan la palabra “el legado” en forma de Papas a nivel internacional, que reconocen y eligen delegados de su religión a nivel nacional, “los cardenales” que se encargan de que la doctrina sea difundida y respetada en sus respectivos paises y estos a su vez a nivel regional por “los obispos” que controlan en su área a sus acólitos y que tienen por debajo de ellos, en las ciudades y pueblos representantes “curas”, que defienden la doctrina, velan por la Fe y orientan a la plebe sobre la verdad de la palabra.
Espero me sabrás disculpar la blasfemia en forma de metáfora florida.
¿Y que ha pasado con todas esas personas de la generación de mi padre, conscientes de esta dramática transformación?
Las voces discordantes que clamaban al cielo este despropósito han ido apagándose poco a poco al no tener medios de difusión con los que hacerse oír.
La gran mayoría fundidos en la mediocridad del cambio, los más interesantes y que podrían levantarse y ser oídos, están muertos y los pocos que han intentado denunciar y protestar, han sido apartados como párias y herejes.
Y esto es todo.